La literatura científica que demuestra eficacia de la práctica de Mindfulness en múltiples padecimientos es muy extensa, tomando en cuenta que son pocos los años que lleva activa la investigación. Hay evidencias de que es útil para mejorar la salud mental en general, reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, pero también es importante explicar que Mindfulness no es una panacea. También se ha detectado que es más eficaz para personas con tres o más recaídas y que es menos eficaz en pacientes con recaídas de depresión asociadas a eventos estresantes activos en el momento de la intervención.
Hay mucha ciencia detrás de las intervenciones basadas en Mindfulness y está comprobado qué hay resultados muy positivos en ansiedad social, hipocondría, fobias y en ansiedad generalizada. Además se sabe que la práctica de Mindfulness es eficaz en sintomatología ansiosa o depresiva asociada a enfermedades médicas como síndrome de colon irritable, fibromialgia, así como en la prevención de recaídas en adicciones.
La ciencia también viene demostrando que hay una serie de condiciones para que se obtenga un beneficio de participar en un curso o taller de Mindfulness. La primera de ellas es que los resultados solo se obtendrán en personas que muestren interés en participar en un programa. Los cambios dependen totalmente del número de horas de práctica, por lo tanto no basta con acudir a las sesiones de un curso, sino involucrarse en el programa. Algo importante a señalar es que la práctica de Mindfulness no substituye al tratamiento farmacológico o psicoterapéutico. Es complementaria a ellos.
Practicar Mindfulness tiene que ver con la decisión de llevar una vida más plena al dejar de reaccionar a nuestras experiencias desagradables y aprender a responder con sabiduría.
Por Dr. Manuel Jáuregui G.